¡ Mierda! ¡No me lo podía creer!
No había un alma por la calle. Ni siquiera alguien sin alma. Ni un coche inoportuno esa vez, que siempre acuden. Ni unos ojos insidiosos saliendo a dar un paseo como siempre, que se crucen con los míos resignados y con el coche inoportuno. Ni siquiera un gato: este era un pueblo dónde siempre había muchos gatos. No estaba segura de que un gato pudiera ayudar en algo hoy. Pero podía haber estado, aunque sólo fuera por aquello de parecer un día normal.
Pero no había ni dios. No sabía que hacer. Me quedé parada mirando la puerta de la finca, frente a ella, como una mema. Metálica, muy alta y muy cerrada. Dentro acababa de dejar a mi marido tirado en el suelo, se había caído mientras segaba la enorme huerta -de los cojones- y se había hecho daño en un tobillo. Me dijo, "no, no llames a nadie, no es nada...vete a meter a Wind al coche y trae las vendas"...
Las vendas...Como que fuera tan fácil ahora encontrar las vendas en el coche. Wind, nuestro perro, naturalmente no iba a ser un gato, corría muy nervioso alrededor de él cuando le vio caer, de hecho de los nervios le mordió una oreja. Decidimos muy rápidamente que la sangre era de eso, no de un ictus o algo así, y quedó allí tumbado mientras yo iba... a por vendas.
Sorprendentemente, Wind me hizo caso y vino conmigo, le subí al coche, cerré la puerta y también, como la gran mema entre las memas, cerré la puerta de la nave dejando a mi marido y las llaves de la finca, ambos, dentro. El portazo sonó como un trueno que no te pilla pero te cae al lado.
Tenía el móvil, pero no podía llamar a nadie...se montaría un follón...Me dije "no pierdas los nervios, por favor que no te de ansiedad ahora, piensa...¿qué hacen en las películas?"
Pues en las películas no sé qué habrían hecho, pero a mi se me ocurrió la maravillosa idea de dar la vuelta al pueblo para acceder a la huerta por detrás, escalando una vieja pared de adobe, y ¡tachaaaán ! aparecer heroicamente allí; igual que antes, y sin las vendas, que se me habrían olvidado.
No pudo ser: di la vuelta al pueblo muy deprisa, con la respiración entrecortada, y al llegar al punto clave dónde se ve la pared de adobe me encontré con una tierra enorme de maíz regándose con unos artefactos rarísimos, varias cercas de alambre y unos cuantos perros muy grandes y muy malhumorados entre medias. Todo cosas que, poco antes, como un año, no estaban allí. Debería haber dado muchas más vueltas al pueblo en nuestras visitas a la finca.
Regresé como fui, aturdida e incrédula, respirando mal, y como una mema, pero esta vez una mema derrotada. No había nadie. Nadie. Esto es increíble, me dije. Siempre que haces cosas absurdas y ridículas aparece mucha gente. Siempre que sucede algo que no tiene que pasar, aparece alguien. Pues no. Llegué de nuevo a la puerta de chapa gris, alta, enorme, hermética, inexpugnable. Ni un gato. Pensé por fin en pedir ayuda aunque no fuera nada, aunque me riñera...pensé en llamar ya, o en avisar al único vecino que vive al lado y que no nos habla y está tarado. Wind me miraba sentado desde el interior del coche, muy interesado. Por puro instinto di unos golpes muy fuertes en la puerta, como rabiada y a punto de echarme a llorar. Sin esperanza. Y al momento escuché un "ya voooy" liberador, su voz sonaba mucho más maravillosa que de costumbre, estaba vivo, y venía...
Abrió la puerta y apareció delante de mi; alto, rubio, la oreja con su heridita, apoyado en una pala. Me miró como se mira a alguien en esa situación....con mucho amor. Me dio la risa, una risa nerviosa, interminable.
"Menos mal que no era nada...." me dijo, con su ironía habitual.
Hacía sólo unas horas atrás habíamos cogido a Wind y unos bártulos para irnos de viaje a la finca del pueblo de mi marido. Hacía mucho que no íbamos a ningún sitio, debido a la situación que se había producido a causa de la pandemia mundial. Por fin podríamos regar, estar entre nuestros árboles y nuestras flores, al menos así las creemos; nuestras. Aquel corto y rutinario trayecto de no más de treinta kilómetros era de pronto el viaje de nuestras vidas. Y mira que habíamos viajado. Bajé la ventanilla y dejé que el viento me diera en la cara, vi como los rayos del sol atravesaban las alamedas muy rectos, muy seguros de sí mismos, subí el volumen de la radio, sonaba "The Gambler", de Kenny Rogers. Los mismos pueblos y las mismas curvas parecían ahora paisajes de exóticos países añorados, o soñados con mucha luz. El mismo puente y bajo él, el mismo Esla esta vez bajaba inmenso, brillante, desde las montañas que tanto echábamos de menos. Nada más llegar y sacar mi cámara vi unas cuantas mariposas; no se había secado todo tanto como había pensado y empecé a regar mientras él se ponía a desbrozar y limpiar de cardos y malas hierbas que habían conquistado nuestro reino en nuestra ausencia.
Ahora, desde casa, ya pasado el susto y con mi marido sentado en el sofá y viendo la tele con el tobillo escayolado, me dio por pensar en nuestra ausencia, y en todas las ausencias; y en los viajes y todos los lugares dónde podríamos haber ido y no lo hicimos. Pero, sobre todo, en todos a los que sí fuimos, en todas las veces que estuvimos, en los gatos que no estaban, en la flores que sobrevivieron esperando el agua que les dimos, en el viento que me daba en la cara en el coche mirando los campos amarillos; él a mi lado y Wind detrás mirando el paisaje, muy interesado.
Que lindo relato, el amor si es sincero es hermoso, otro en su lugar se hubiera enfadado y hasta cuestionado por que lo dejaran ahí tirado en el suelo y solo, aveces suceden cosas como lo que le paso a la protagonista, que dejo las llaves dentro de la casa, menos mal que no fue nada serio..... Un gusto leerte,. Saludos.
ResponderEliminarMás bien él la mandó a por vendas, jeje, en cualquier caso reaccionamos de formas inesperadas...
EliminarMuchas gracias, Sandra! Un beso
Ay esas llaves siempre tan oportunas. Algunas veces ese yaaa voyyy nos desencoge el alma.
ResponderEliminarVendrá el tiempo en el que nos desquitaremos de todos esos sitios a los que no pudimos ir Moni. Mientras como bien dices recordaremos todos a los que sí fuimos. Y la cámara siempre a mano, así se aprovechan las buenas oportunidades.
Buena semana y cuidaros.
Un abrazo.
Jajajaja...exactamente, Laura, esas llaves...Y ese ya voooyyy..
Eliminarojala legue se tiempo. Un beso enorme, guapa!
Que bien has descrito la historia y que bonito relato nos obsequia además de la foto.
ResponderEliminarEste verano no he hecho ni viajes ni nada y tan siquiera ahora puedo disponer de mi portátil. Es tiempo de esperar y como las fechas no son muy propicias, me he dado cuenta dq que va para largo que me instalen la pantalla que es donde está la avería de mi portátil.
De momento lo está supliendo el móvil.
Besos
Espero que pronto de solucione lo del portátil, Antonia. Mientras tanto el móvil es muy apañado, la verdad es que yo he hecho fotos con él muy bonitas. Muchas gracias, esperaremos, pues...Un beso grande, amiga:)
EliminarNo había nadie y a nadie necesitaba, por no hacer falta no hicieron falta ni las vendas.
ResponderEliminarAyyyy, que cosas os pasan.
Un beso.
Hoy verás el mar.
Jajajaja...pues sí; que cosas les pasan a los personajes estos :D
EliminarYa lo vi, y lo estoy mirando. GRACIAS.
Besos, Jesús
Qué estupendas estas dos fotos de las mariposas Moni, además de tener unas composiciones y encuadres preciosos, la nitidez de las imágenes es magnífica.
ResponderEliminarComo siempre tus textos son tremendos, este último no se puede saber si es real por la autenticidad con la que lo relatas.
El de la presbicia es también genial.
Un abrazo amiga, me alegra verte y leerte.
Todo es ficción, Fernando. La realidad la supera.
EliminarQue alegría...Un abrazo enorme!
Menuda relato guapo que has creado, Moni. Me has tenido en vilo hasta ver en que acababa la historia. Posees el poder de narrar brillantemente. He sentido la impotencia ante la puerta metálica cerrada a cal y canto y el pobre muchacho tendido en el suelo. Eso si, me quedo con la duda de si es real o tus personajes son inventados. Regreso a la blogosfera después de este caluroso, largo y extraño verano y voy visitando a los queridos amigos como tú. Muchos besos querida niña.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Maripaz!!! Que alegría verte otra vez. Te añoraba. Es ficción, como le decía a Fernando...todo es ficción. jeje.
EliminarSupongo que el tobillo recuperado para volver a disfrutar de la finca. Menudo susto. estas cosas ocurren cuando menos te lo esperas. Bien está lo que bien acaba. Piensa que nadie pudo hacer ningún viaje aunque los tobillos estuviesen bien.😘
ResponderEliminarYa estará recuperado, claro que sí; y más fortalecido...
EliminarUn besazo, Katy!
·.
ResponderEliminarToda una estupenda ventura, muy bien relatada, con las dosis justas de tremendismo e ironía.
Lo dicho, escribes bien pero pocas veces.
No sabía lo de Wind. Bonito nombre para un perro.
Un beso
y perdona el retraso
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LaMiradaAusente · & · CristalRasgado
Oh, Wind es un personaje con novela propia, de las de verdad. Quizás algún día.
EliminarUn besazo, Alfonso!!