CASI NUNCA

Igual va esto de todo lo que hago y lo que pienso, de todo lo que siento y lo que digo. Hago, pienso, siento y digo tantas cosas.

Y resulta que una noche voy, y la encuentro, encuentro la noche quiero decir, y dentro de la noche, a ella.

Un poco de lo que pienso y lo que hago y digo que es verdad.

Pero no verdad de verdad, sino de esa otra, esa que duda.

Y mi pequeña verdad cabalga, a veces en blanco, otras en negro.

Quieta. Mirando como se escapa y no vuelve el humo azulado del cigarro.

Sentada entre lámparas tenues que no iluminan nada que no pudiera verse a oscuras, frente a la ausencia. La mía.

De la belleza hallada no se habla ni se dice si se tiene o se ha encontrado. Se esconde y se protege, si acaso alguna pista que deslumbre y apunte en otra dirección al que pudiera intuirla.

De ese pequeño y desnudo pedazo hermoso de verdad no enseñarás ni una esquina, no hablarás jamás con nadie; todo en absoluto, blanco o negro, cara o cruz y todo o nada.

Pero tú ya lo sabías. Porque la soñabas.

Ni siquiera recuerdas si la soñabas así... pero brilla. Y es frágil, y tuya, y está viva.

La guardas para casi siempre, o para casi nunca. Y vas viviendo la otra.  

La sellada y compulsada, la que cotiza, la que presentas y presumes. La que haces, piensas, sientes y dices tantas veces. La de todos los días. Igual va esto de lo que debería haber callado ayer y no haber escrito hoy.