lunes, 4 de abril de 2016

PRIMEROS BROTES









Padre era mi héroe, mi confidente, mi enciclopedia, mi compañero y, hasta los diez años, mi religión. Desde entonces soy atea.

Miles Franklin
Mi impresionante carrera (1901)










5 de abril de 1919

Katherine Mansfield escribe divertida a Virginia Woolf para contarle que su gata, Charlie Chaplin, ha tenido dos gatitos llamados April y Aetheneum. No disimula su sorpresa, pues estaba convencida de que era un gato.




A mi hermana y mí nos pasó una vez lo mismo con una gata que se llamaba Pedrosa. Estuvo siendo un enorme y magnífico gato multicolor todo un año. De esos gatos que son marrones-amarillos-grises-rojos-negros-bancos todo mezclado, con muchísimo pelo y muy largo, con una cola tremenda y unos ojos verdes rasgados y enormes de pantera, más que de gato.
Esquivo y desconfiado, como debe ser una gato, a nosotras sin embargo nos dio tregua enseguida. En unos meses comía en nuestra mano, invadió nuestra casa y encontró, como todos los gatos que son gatas, un lugar perfecto en el armario de las toallas más nuevas de mi madre para tener a su camada. Una inmensa y preciosa camada de miniaturas atigradas que chillaban como condenados, hasta que, por supuesto, los descubrió mi madre. Que, después de vociferar un rato corto, ya estaba planeando dónde ponerlos para que estén bien (AHÍ NO) y a quién repartirlos para no matarlos a los pobrecines...que además, no tienen papá.

Pedrosa vivió toda su vida con nosotros, una vida bien larga. Tuvo más camadas, nunca más en un armario de mi madre, aunque siempre hizo el intento. Y todas fueron impecablemente repartidas. 
Ocurrió en primavera que apareció Pedrosa. Recuerdo los primeros brotes de los árboles en un curioso contraluz por encima de los tejados de los que bajó, y recuerdo el frío, y los ojos verdes. Aunque era ya un frío distinto al del invierno.




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