miércoles, 26 de octubre de 2016

RITMO DE OTOÑO






Amargura dorada en el paisaje
El corazón escucha



En la tristeza húmeda el viento dijo:
Yo soy todo de estrellas derretidas,
sangre del infinito.


F.G.Lorca






lunes, 10 de octubre de 2016

ACASO





   Oda, IV, 7- HORACIO
Han huido las nieves, retorna la yerba a los campos
y a los árboles su cabellera.
Cambia su aspecto la tierra y los ríos en sus crecidas
abandonas sus cauces.
Una de las Gracias, con las Ninfas y sus  dos hermanas,
se atreve a dirigir, desnuda,  sus danzas.
No esperes algo  inmortal, te aconsejan el año
y las horas que arrebatan el día soleado.
Los fríos se suavizan con el Céfiro,
el verano deja atrás  la primavera,
para  a su vez morir  tan pronto
como el otoño cargado de manzanas
derrame sus frutos;
y pronto volverá la bruma inerte.
Aunque,  rápidas, las lunas repararán los daños del cielo.
Nosotros en cambio,  cuando caemos
a donde cayó el padre Eneas y el rico Tulo y Anco,
polvo y sombra somos.
¿Quién sabe si los dioses de arriba añadirán todavía mañana
un tiempo a la cuenta de hoy?
Sólo lo que tú te hayas dado con ánimo amigo
escapará de las ávidas manos de tu heredero.
Una vez que hayas muerto y Minos
te haya dictado  su majestuosa  sentencia,
ni tu estirpe, Torcuato, ni tu elocuencia, ni tu piedad
te restituirán a la vida:
Ni Diana libró del tenebroso infierno
al pudoroso Hipólito,
ni Teseo pudo romper las cadenas leteas
de su querido Pirítoo.



Ya no recuerdo si he puesto alguna vez a Janis. Es posible, porque lo pensé en más de una ocasión; pero no sé si dudé y al final no lo hice.
Por si acaso, la pongo ahora. Por si alguna vez todo se acaba, o nos cierra blogger el chiringuito, o vete tú a saber. Que no quede sin haber cantado alguna vez por aquí.
Si dudé, fue porque Janis es demasiado. En todos los aspectos. Nunca te pueden pedir que la escuches, sólo queda encontrársela y ya está. 
Hace poco se presentó Pedro con un tocadiscos que pilló en algún lugar por cuatro perras literalmente, de alguien que no lo quería. Y con todos sus vinilos que rodaban por los santuarios empolvados del recuerdo. Un día por la mañana, al despertar, la oí de nuevo... aquel vinilo. Y me quedé con la cara de la lechuza de la foto. Como si se hubiera aparecido el dios en el que no creo y lo viera. Y me pusiera a rezarle. Con la misma cara de Pedro y la misma de Humo al oírla. Con la misma cara que debí poner la primera vez que la oí.
Ahora, metidos en la harina del siglo XXI, con toda la tecnología, artistas, estudios de grabación, redes sociales y todo lo que hemos conseguido, parece que ha perdido sentido el vinilo de Janis. Que ya está en otra dimensión hace mucho, que dicen que fue una chica mala, que es un clásico para cuarentones o cincuentones y románticos trasnochados. Sonrío.
Por eso no pediré a nadie que la escuche; sólo la pongo por si acaso.





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